Unidos en la diversidad, hacemos la diferencia

La Humanidad escapa de sí misma

Carlos Poblete Ávila, Profesor de Estado, Rancagua. Suele decirse en nuestro medio social que aquello que se suelta o zafa de control » se escapa de las manos «. La frase es una figura, una metáfora que bien dice de una situación que se hace inmanejable, ésta puede ser personal-familiar, económico-social, o de otro tipo.

Que la Humanidad que somos cruza estados complejos, que vivimos situaciones difíciles en los más diversos planos ya no hay quien lo niegue. Decirlo, señalarlo, diagnosticarlo es un aspecto. Las raíces, las causas de la ocurrencia de las mencionadas situaciones representan otro plano. Las soluciones, si es que las hay…, constituyen otra esfera.

Los estados de crisis de las personas, de estabilidad – hablando de nuestro medio chileno – son reflejo de lo señalado. Un dato que ilustra la situación es el que hace un tiempo ha entregado un facultativo – médico psiquiatra de la Universidad de Chile – que señala que integrantes de la población chilena consumen millones de cajas de tranquilizantes, de antidepresivos, de ansiolíticos por año para poder dormir, y así funcionar en sus diversas actividades. Se requieren paliativos no para vivir…, sino para sobrevivir. Este es el resultado, el producto, el efecto de algo …

Déjense por ahora… los altos consumos de otras diversas sustancias, obviamente nocivas, automedicadas… por muchas personas, entre ellas alcohol, drogas, tabaco.

Se dice que en la sociedad de los países desarrollados el consumo de todo lo señalado es sideral, pero no es nada menor en nuestros países llamados de Tercer mundo. En ese fenómeno la riqueza y la miseria se igualan, no se diferencian.

El escapismo no es solución ante ningún problema, ni personal ni social. Se debe escapar del escapismo, de la evasión. Hacer que la Humanidad sea portadora, generosa de humanismo es lo que corresponde.

Es un hecho de la realidad que el estado de felicidad no es permanente, existe a fragmentos, es de vida efímera. Recuérdese el verso del poeta Fray Luis de León (1527 – 1591) : «Un día puro, alegre, libre quiero». Obsérvese que el vate en su canto «A la vida retirada» anhela sólo un día, y no la vida entera.

Parece que el medio, el hábitat construido por el ser humano, sus formas, sus costumbres, sus estados no han sido lo buenos que se hubiese querido. Se ha pavimentado el planeta, la Tierra ya no respira. Se convive con las tóxicas fumarolas de las industrias, las ciudades han colapsado con los millones de vehículos que apenas circulan. Súmense las estridencias, los basurales, y las expresiones de violencia de todo carácter y, entonces, ahora, casi 500 años después de aquel poeta, tan sólo, tal vez… tengamos que pedir no un día…, sino un minuto… de pureza, de alegría, de libertad.

Que esto último así no suceda dependerá de la inteligencia, de la sabiduría, de la sensibilidad, del respeto, y de la conciencia de la propia Humanidad.

Chile, septiembre 4 de 2017

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